La decisión del Tribunal Supremo Electoral (TSE) de reconocer a Grover García como presidente del Movimiento Al Socialismo (MAS) representa mucho más que un simple cambio de liderazgo.
Es la cristalización de un proceso de transformación institucional que marca el fin de una época signada por el caudillismo y el inicio de una nueva etapa de democratización interna en el partido político más importante de la historia boliviana.